‘Todo lo que nos pasa lo interpretamos a nuestra manera, y esa interpretación determina la respuesta.’ extraída del interesantísimo libro Objetivo: Generar talento. Cómo poner en acción la inteligencia.

Esta afirmación es bien cierta. Y os puedo poner varios ejemplos para demostrar que llevo razón.

Primer  ejemplo: has tenido en tu vida una experiencia desagradable con un perro. De esa experiencia generas una idea, estableces un esquema. Dicho esquema hará que cada vez que tengas un perro cerca reacciones teniendo miedo. Grabaste en tu mapa de esquemas experenciales la frase: ‘los perros atacan’, con la consecuencia de generalizarla injustamente, afectando sobre el resto de vivencias con perros.

Segundo ejemplo: Le pones sopa caliente para comer a tu hijo. Le avisas de que esta caliente y que se puede quemar. Él coge la cuchara y se lleva sopa a la boca, con la evidente consecuencia de que se quema la lengua. El cerebro del niño establece un nuevo esquema: la sopa caliente quema. La próxima vez que coma sopa su cerebro le alertará de que debe soplar un poco antes de comer para evitar quemarse.

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Una buena definición de esquema sería: ‘Estructura cognitiva para captar, codificar y evaluar los estímulos que llegan al organismo.’

La buena notícia es que pueden ser modificados una vez adquiridos. Hay que saber identificar aquellos que nos bloquean o nos limitan e incidir en ellos.

Se trata, de nuevo de un trabajo personal interesante. Entra en juego la motivación por querer cambiar, la perseverancia para conseguirlo y la firme creencia que ganas con el cambio.

Do it!

 

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