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Gritas y no te oigo, pero grita que te escucharé. Te daré tiempo para que te expreses, para que me expliques. Puede que lo hagas gritando. Puede que calles y me mires. Hazme una señal y me sentaré a esperarte. Te escucharé. Te dedicaré minutos, horas, días si es necesario para que puedas hacerte oír entre tanto ruido, entre tanta gente. Pero de tí espero que grites y que hables.

A veces el que más grita no es el que más dice. A veces el que nunca grita es el que desea hacerlo más. No hay una fórmula establecida para determinar si el que calla es porque algo esconde o si el que grita es porque tiene la necesidad imperiosa de explicar al mundo grandes cosas. Puede ser, simplemente, una falta de educación, una manera habitual de comunicarse con los demás. Puede que no tenga cosas que revelar.

Sebastian. Sony World Photography Awards 2012

El hecho es que no sabemos ver las señales que los demás nos mandan cuando no saben hacerlo de otra manera, cuando les faltan herramientas para venir y decirnos: ‘Necesito hablar contigo. Algo me preocupa. No estoy bien.’ Y si hablamos de adolescentes o niños…¡ya ni te cuento!

Los humanos somos una especie realmente complicada en este sentido. Vivimos aparentando. Crecemos demostrando. Permanecemos en estados indeseados por agradar a algunos. Y no nos escuchamos. Y lo mismo pasa con los demás. Y no vale hacer una fotografía del que grita y colgarla con los que fotografiaste gritando. Vale indagar y conseguir que deje de hacerlo. Que sepa expresar. Que hable.

Saber mirar, observar y escuchar al otro es una habilidad que puedes tener integrada en tu manera de hacer o puedes, sin más, carecer de ella. Lo que está clarísimo es que se puede aprender y aplicar en tus relaciones personales desde ya. Hoy mismo. Entras en un nuevo nivel personal. Entras en la piel de otro.

‘Nuestros límites mentales suelen obstaculizar nuestra capacidad para percibir OPORTUNIDADES, SOLUCIONES o ALTERNATIVAS.’ Esta afirmación esta extraída del libro de Borja Vilaseca ‘¿Qué harías si no tuvieras miedo?’.

Y creo en ella a pies juntillas. Mentalmente estamos limitados. Nos hemos limitado. Nos han limitado. A unos menos, a otros más, pero todos y cada uno de nosotros tenemos marcados unas líneas imaginarias, unas fronteras, márgenes, marcos. Nos movemos cómodamente dentro de ellos, pero cuando nos aproximamos o pensamos en traspasarlos nos inquietamos. Sentimos inseguridad,  miedo. La adrenalina se activa. No nos quedamos impasibles cuando decidimos ‘saltar al vacío’ y pasar esa linea que nos tiene sujetos a la tranquilidad y la comodidad. A la rutina. A lo que sé hacer y domino. A todo aquello que controlo.

Si en la adolescencia nos hubieran sentado y nos hubieran cuestionado todo aquello que queríamos para nuestro futuro, si nos hubieran propuesto mover alguna de esas lineas de confort… ¡otro gallo cantaría hoy!

Sebastiao Salgado

Sebastiao Salgado

Y me refiero a preguntas tan simples como complicadas. Cuestiones tales como:

– ¿Quién soy?

– ¿Qué necesito para ser feliz?

– ¿Qué me apasiona?

– ¿Qué detesto?

– ¿Cuáles son mis fortalezas? ¿En qué soy bueno?

– ¿Y mis debilidades? ¿Todo aquello que podría trabajar y mejorar?

– ¿Cómo quiero vivir el resto de mi vida?

-¿Qué valoras de las personas? ¿Y de ti?

Nadie nos cuestionó demasiado y no nos dimos cuenta de ello. Y ahora no es tarde para ello, pero tenemos un marco mayor, unas líneas más gruesas…aunque franqueables, pero gruesas y algo más rígidas.

Sólo os propongo que, en el momento que os planteéis dar un paso cerca de ellas, os déis el placer de experimentar el acercamiento y el salto, si es necesario. Todo ello si el motivo es seguir a vuestro YO interior. Si es por ser más felices y más coherentes con lo que pensáis y queréis.

 

 

 

Equilibrio. Sensación de tener la balanza de tus cosas, de tus rincones, de tus pequeños submundos equilibrada. De saber que lo que hago, cómo vivo, lo que tengo, mis futuros pasos…son en base a mis creencias, a mi forma de pensar y desear. Son fruto de mis sueños. No tiene que importarte lo que piensen los demás, ni si les gusta lo que haces, ni si entienden para qué lo haces. Al que le interese ya se acercará a preguntar y, aún así, no siempre se irá habiendo entendido el fin. Y, sinceramente, no es la idea hacer entender al mundo el porqué de tus decisiones. Tu intención última debe ser que el siguiente paso te acerque al objetivo final. Que el paso tenga sentido en sí mismo y no sea un paso gratuito, en vano, por pasar el rato dándolos sin rumbo.

Y caminar por esa cuerda y mantener el equilibrio no es fácil aunque tampoco es difícil. Simplemente hay que ser constante, persistente y estar atento. Atento a a tres cosas:

1. Atento a lo que te encanta. Saber en qué pasas el rato y lo disfrutas. Y echarías horas y horas en ello y no te cansarías de hacerlo. Y la gente te dice que cómo puedes pasar tantas horas en ello y tu respuesta es siempre la misma me encanta, lo disfruto. 

2. Atento a lo que quieres. Es, simplemente, una cuestión de actitud en la perspectiva sobre uno mismo y las circunstancias. Y saber que las cosas que nos pasan no son fruto del factor suerte sino resultado de tus decisiones.

3. Y muy atento a encontrar dónde está. A menudo está dónde estén aquellas personas que compartan tus mismas aptitudes. Hay que ser, por ello, un buen observador, escuchar atento, para encontrarlos. Entrar en ese grupo y empezar a desarrollarte y acercarte al equilibrio.

 Adrian Capusan, Rumanía Categoría abierta del Concurso Mundial de Fotografía de Sony 2015 (2015 Sony World Photography Awards)

Adrian Capusan, Rumanía
Categoría abierta del Concurso Mundial de Fotografía de Sony 2015 (2015 Sony World Photography Awards)

Puede que ya te sientas en equilibrio y que hayas confirmado lo que estás leyendo en estas lineas. ¡¡Me alegro!! Yo aun estoy dando pasitos. ¡A ver dónde llego!

La RAE define identidad como el conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás.

A partir de esta definición los matices son diversos. La identidad de una persona se va modelando y construyendo en la viva relación con los demás, además de la percepción y conclusiones de las vivencias y, finalmente, la carga genética que traemos al nacer.

El desarrollo de la identidad personal es la confluencia de estos tres factores que van combinándose en mayor o menor medida en función de la edad y de las circunstancias. Hay etapas en las que un factor toma más protagonismo que otro. Simplemente hay que observar la etapa de la adolescencia para darse cuenta de lo influyente que pueden llegar a ser los iguales frente a otros (padres, hermanos, profesores, etc).

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Considero realmente importante este periodo de construcción. De él resultará la personalidad, el brillo o carencia del mismo. Y especialmente en la edad adolescente. En estos años los jóvenes se hacen constantemente preguntas para reforzar precisamente eso, su identidad frente al grupo. ¿quién soy? ¿qué hago en la vida? ¿dónde quiero estar en unos años? ¿qué rol tengo dentro de mi grupo de referencia?. Hay que conseguir aceptar sus identidades adolescentes, dejarles experimentar en los diferentes roles, ayudarles a cuestionarse dudas que puedan surgir y escuchar sus argumentos y/u opiniones, sin imponer, pero con seriedad. Son síntomas de cambio, de construcción, de querer afianzar ideas y sobre ellas desarrollar nuevas que hagan de sus fluctuantes identidades una más sólida y estable cada día.

En otras etapas más adultas la falta o pérdida de identidad personal puede llevar a vivir temporadas de estrés e incomprensión, sensación de que no encajas en ningún grupo social, baja autoestima, dificultad para tomar decisiones y defender tus criterios, etc. Y por consiguiente afectará tanto en el ámbito laboral (reuniones, toma de responsabilidades, etc.) como en el personal (dejar de tener voz y voto en las decisiones de pareja, falta de proactividad, negativismo, miedos, etc.).

Erikson afirmaba que una persona con una identidad personal bien construida es  ‘un sentirse vivo y activo, ser uno mismo, la tensión activa y confiada y vigorizante de sostener lo que me es propio.’

Leyendo uno de los blogs que sigo, Diari de Washington, he conocido la campaña publicitaria I’m A Girl que ha lanzado la ciudad de Nueva York. Dicha campaña va destinada a las preadolescentes para las que la imagen empieza a ser importante y cuyos referentes no son siempre los más adecuados.

oh girls, just we wanna have fun

 

En ella promueven una actitud positiva, de aceptación de una misma, utilizando eslóganes como ‘I’m beautity the way I am’ (Soy guapa tal y como soy) o resaltando las propias cualidades ‘I’m a leader, adventurous, outgoing, sporty, unique, smart and strong’ (Yo soy una líder, aventurera, extrovertida, deportista, única, inteligente y fuerte). Todo ello con el fin de mejorar la autoestima de las chicas, la falta de la cual es la raíz de muchos problemas en la etapa posterior, la adolescencia.

La imagen para ellos es vital, primordial, la carta de presentación ante el grupo social, la manera de hacerse un hueco en su mundo o de ser rechazado por no tener el canon considerado ‘normal’. Es necesaria una fuerte personalidad para pensar y actuar con coherencia y saber defender los valores en los que uno cree y se siente cómodo. A la vez, quieren sentirte parte de ese clan social, porque es el suyo.

Me encanta la campaña promovida por Mikel R. Bloomberg, alcalde de la ciudad. Es un paso para sensibilizar a la sociedad y dar a conocer la necesidad de tratar el tema con más cariño y diligencia.  Aunque considero que es insuficiente si no se desarrolla un programa de trabajo en colegios e institutos para conseguir llegar a los más interesados, los adolescentes. Trabajar con ellos, escucharles, darles voz y apoyo, herramientas, ayudas, interés en entenderles y estirarles a ser más críticos con ellos mismos y con los demás. Ser resolutivos y líderes en su ambiente. Conseguir que sientan seguridad.

Conseguir que una mañana despierten y decidan quererse, porqué saben cómo hacerlo.

El coaching promueve este trabajo con adolescentes y los resultados son muy positivos. Debería estar integrado en cada asignatura, trabajo, proyecto del instituto. No lo concibo como un anexo al trabajo diario, sino como parte inseparable del trato con ellos.

Os dejo el link de la campaña de Nueva York por si queréis curiosear.

http://www.nyc.gov/html/girls/html/home/home.shtml